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Carencia de leche en Cuba: un problema siempre pendiente

30 de julio de 2024

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a situación de la leche, tanto infantil como de la mayoría de la 

se ha convertido en un tema de gran importancia y actualidad en el año 2024. En medio de una crisis económica y alimentaria sin precedentes, el país se enfrenta a un desafío crítico: garantizar la adecuada nutrición de la próxima generación y lograr que su pueblo desayune correctamente. 

Durante décadas, la leche ha sido un pilar en el sistema de racionamiento cubano, asegurando la distribución equitativa de alimentos básicos subsidiados. Sin embargo, las autoridades han reconocido la insuficiencia en su abastecimiento, principalmente, debido a demoras en la importación y limitaciones financieras.

La sombra pasmosa de la época de Ubre Blanca ha quedado atrás; solo queda en récords y páginas de prensa sobre la Guerra Fría, aunque los diarios oficialistas siguen recordándola. Un símbolo de un país próspero y con una producción lechera sin igual. Lo que la mayoría de las personas no suelen recordar es que, para lograr tales marcas, llevaron al extremo la salud de Ubre Blanca, al punto que incluso el diario Trabajadores llegó a reportar: “Dicho récord, aún sin igual, implicó un necesario riesgo para la salud de Ubre Blanca”.

La escasez de leche es una realidad, así como la capacidad de distribución por parte de las entidades gubernamentales. Un Estado que tiene carencias tangibles en el sector alimentario debe olvidarse de las estadísticas del pasado. Debe, no solo, comprometerse a la alimentación diaria de los niños —lo cual plantea una amenaza para su desarrollo físico y mental a largo plazo—, sino también a surtir y posibilitar mayor desarrollo de la producción lechera. 

La escasez de leche, vital para el desarrollo de los niños menores de 7 años, se ha convertido en un problema alarmante. Ante esta situación, el gobierno cubano tomó medidas urgentes y solicitó asistencia al Programa Mundial de Alimentos (PMA) para asegurar el suministro de este nutriente esencial.

Aunque la Isla ha enfrentado crisis alimentarias en el pasado, esta vez tomó una medida sin precedentes al solicitar ayuda a la ONU. Hasta el momento, el Gobierno no ha hecho ninguna declaración pública al respecto; pero la delegación local del PMA confirmó la recepción de la comunicación oficial. Este Programa enfatizó la “necesidad urgente” y la “importancia crítica” de abordar esta petición del gobierno cubano en el contexto de crisis económica que afecta profundamente la seguridad alimentaria y nutricional de la población cubana.

En respuesta a la solicitud de ayuda de Cuba, el PMA envió 144 toneladas métricas de leche en polvo descremada, beneficiando a aproximadamente 48 000 infantes de entre 7 meses y 3 años de edad en las provincias de Pinar del Río y La Habana. Sin duda, este apoyo internacional es crucial para aliviar la escasez inmediata y proporcionar un alivio temporal a la situación. Sin embargo, es importante reconocer que tal ayuda no aborda las causas fundamentales del problema y se requiere una solución a largo plazo para garantizar la disponibilidad constante de leche infantil en Cuba. 

 

Ante esta emergencia, algunas provincias han tenido que reducir la distribución de leche, limitando el acceso a un número menor de beneficiarios o disminuyendo las raciones entregadas. En ciertas áreas, se han introducido suplementos vitamínicos como alternativa al consumo de leche. Estas medidas de emergencia buscan paliar la situación y garantizar al menos una cierta cantidad de nutrientes para los niños afectados.

La cuestión radica en que, si no hay leche para los niños, tampoco hay disponibilidad para los adultos. 

La responsabilidad de la escasez de leche en Cuba recae en gran medida en el gobierno cubano. A lo largo de los años, el sistema de racionamiento implementado por el Gobierno ha sido insuficiente para garantizar el suministro adecuado de alimentos básicos, incluyendo la leche. La falta de planificación y gestión eficiente en la importación y distribución de alimentos ha llevado a demoras y limitaciones en el abastecimiento, lo que ha impactado directamente en la disponibilidad de leche para los niños cubanos.

La Gaceta Oficial número 26 de 2024 dio a conocer la modificación del precio máximo de compra en pesos cubanos de la leche fresca de vaca y búfala de primera calidad. Según la nueva disposición, se establece un precio máximo de compra de 38 CUP por litro, ya sea directamente en el campo o en el almacén del productor. Esto representa un incremento respecto al precio anterior, fijado en 20 CUP en noviembre de 2021. La aplicación de esta tarifa comenzó el 1 de marzo de 2024, aunque el acuerdo en sí salió publicado casi un mes después.

Aunque la normativa publicada en la Gaceta no lo explica explícitamente, el Estado requiere que la leche cumpla con un estándar de calidad para poder obtener el pago máximo de 38 CUP. O sea, la leche debe tener una densidad igual o superior a 1 030 gramos por mililitro, según informó la emisora villaclareña CMHW en abril de 2024.

¿Sin leche los niños, jóvenes y ancianos?

El problema del acceso a la leche materna para los bebés no es algo nuevo. Para abordar esta situación, el Gobierno ha implementado medidas como asignarles leche fluida de origen animal y leche en polvo a través de las bodegas, con el fin de suplir las necesidades alimentarias del producto. En las bodegas, muchas veces a cada pomo se le agrega agua para, supuestamente, bajar su concentración y espesor; aunque la gente sabe que es para aumentar su cantidad porque no alcanza para todos. 

En el desayuno del cubano, durante muchos años, se llevó al menos un vaso de leche a la mesa. No obstante, eso ha cambiado significativamente. Las familias ahora deben ingeniárselas para comprarla. En el mercado negro, un pomo de 5 litros puede costar más de 500 CUP en las provincias aledañas a La Habana, que tienen mayor ganadería. 

Así, la leche en polvo ha llegado a ser una alternativa. Sin embargo, una bolsa de un kilogramo puede comprarse en las mipymes por 2 000 pesos, lo cual es casi el salario mínimo mensual en Cuba. No todas las familias pueden permitirse comprar una bolsa de leche en polvo o, cada semana, leche de vaca a campesinos. 

Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), entidad que aparentemente cuenta con el respeto del gobierno cubano, se estima que el consumo medio de leche necesario para una salud adecuada de la población debería ser de alrededor de 150 litros por persona al año. Sin embargo, desde 1989, justo antes de la caída del campo socialista y el inicio de una profunda crisis, la producción de leche en Cuba ha experimentado una disminución constante y significativa; lo cual se constata en los datos proporcionados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

En 1989, la producción de leche en Cuba alcanzó los 1 132 millones de litros. Desde entonces, el país ha enfrentado una crisis persistente y sistemática que ha afectado negativamente la producción lechera. Según la ONEI, la producción de leche de vaca ha disminuido de manera progresiva en los últimos años, pasando de 576.9 millones de litros en un año a solo 369 millones de litros en 2022. Esta cifra equivale a menos de 35 litros por persona al año, representando solo 23% de la producción necesaria para mantener los niveles adecuados de salud según los estándares de la FAO.

Las políticas económicas y la crisis financiera que enfrenta el país han contribuido significativamente a la escasez de leche. Las restricciones en el comercio internacional y las dificultades económicas han dificultado su importación. La falta de recursos financieros y de inversión en la producción nacional de leche han agravado aún más el problema.

El gobierno cubano tiene la responsabilidad de buscar soluciones y medidas efectivas para garantizar el suministro adecuado de alimentos esenciales para la población, especialmente para los niños más vulnerables. Sin embargo, su falta de transparencia y rendición de cuentas respecto a la gestión de los recursos alimentarios ha generado desconfianza y preocupación entre la población.

La falta de información clara sobre las políticas implementadas, los planes de acción y las estrategias para abordar la escasez de leche, sobre todo la infantil, ha generado críticas hacia el Gobierno. La falta de transparencia socava la confianza de la población y dificulta la participación ciudadana en la búsqueda de soluciones y en la exigencia de responsabilidad por parte de las autoridades.

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