Cuba: desidia gubernamental vs. agencia de la sociedad civil
19 de noviembre de 2024
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esde hace mucho ya, no es secreto para los cubanos que el
los ha abandonado a su suerte. Si a alguien le queda alguna duda, solo basta con echar una mirada retrospectiva a lo sucedido el pasado mes de octubre en Cuba.
Tras varios meses de apagones continuos y prolongados, el sistema energético nacional colapsó el viernes 18 de octubre y prácticamente todo el país quedó sin electricidad; lo cual provocó, a su vez, el desplome de otros servicios básicos como el abasto de agua y, en muchos lugares, del gas manufacturado. O sea, millones de familias quedaron incomunicadas, sin poder conservar ni cocinar sus alimentos.
Ante esto, la respuesta gubernamental fue paralizar casi todas las actividades en el país y pedirle paciencia y comprensión al pueblo. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, tuiteó en su cuenta en X que había “Patria, Revolución y socialismo, es decir, garantía de protección para todos”, a pesar de lo complejo de la situación.
Sin embargo, la protección gubernamental nunca llegó. Cientos de miles de cubanos contemplaron, impotentes, cómo se les echaba a perder la poca comida que tenían en sus refrigeradores. Ancianos, niños, embarazadas, personas con discapacidad, adultos, padecieron hambre, e incluso sed, a lo largo de cinco días consecutivos.
Para calmar los ánimos, y como recompensa a la paciencia exigida por las autoridades, el Gobierno decidió repartir las libras de arroz pendientes que correspondían al mes de septiembre. O sea, en medio de semejante crisis, quien tiene la responsabilidad de garantizar el bienestar de sus ciudadanos, la única solución que encontró para resolver el problema de la comida fue vender 4 libras de arroz, crudo, a una población a la que tenía sin combustible para cocinar.
Mientras tanto, los hoteles resplandecían en la oscuridad de las noches, con sus cocinas y neveras repletas de comida, funcionando a toda máquina, y suficiente agua potable para satisfacer la demanda de sus clientes. Incluso, a pesar de haber sido suspendidos casi todos los servicios en el país, la VI Bolsa Turística “Destinos Gaviota 2024”, en Holguín, nunca fue cancelada. De hecho, Carlos Latuff Carmenate, presidente del Grupo de Turismo Gaviota, afirmó en la presentación del Hotel Playa Luxury que cualquiera que cruzara sus puertas habría llegado a “un lugar donde el lujo y el alma cubana se encuentran”. Una vez más, el Gobierno decidió priorizar el sector turístico en detrimento del bienestar del pueblo.
En vez de buscar otras soluciones, como repartir agua embotellada y enlatados, distribuir comida hecha en los hoteles, reponer los alimentos echados a perder, garantizar al menos la leche para los niños; la culpa fue a parar una vez más al embargo estadounidense contra Cuba. Así, Bruno González Parrilla, ministro cubano de Relaciones Exteriores, reclamó que
la causa primaria del fallo del Sistema Eléctrico Nacional fue la carencia de combustible que afectó la generación y provocó inestabilidad asociada al estado precario de nuestras plantas, ambas consecuencias directas de las medidas extremas de guerra económica aplicadas por el gobierno estadounidense desde 2019 […] El daño a la economía cubana de 18 días de bloqueo asciende a 252 millones de dólares. Ese dinero que nuestro país pierde o deja de recibir, bastaría para asegurar el mantenimiento a nuestras termoeléctricas, adquirir las piezas de repuesto que permitirían asegurar el normal funcionamiento de estas plantas, y evitar los cortes de energía.
Los daños por 5 meses de bloqueo equivalen al total de las importaciones cubanas anuales de combustible que promedian unos 2 000 millones de dólares.
Sin embargo, nunca se refirió, en su discurso, a los cerca de 2 billones de dólares que Cuba había recibido, entre China, Rusia, India y la Unión Europea, para reparar y actualizar el sistema eléctrico nacional. Créditos y fondos cuyo destino es desconocido; si bien resulta visible que no han sido invertidos para mejorar esta área.
Por si esto no bastara, el 20 de octubre, en medio del apagón nacional, el huracán Oscar azotó la parte oriental del país, con considerables perjuicios para los pueblos de Baracoa, Imías, San Antonia del Sur y Maisí. Según datos oficiales, murieron 8 personas: cinco ancianos de más de 80 años, dos adultos y un niño de 5 años —a los que se suman dos menores de edad que resultaron lesionados—; casi todos los fallecidos, personas vulnerables (niños y ancianos). Además, el Gobierno cuantificó las afectaciones en 11 402 viviendas estropeadas; casi 13 000 hectáreas perdidas de plátano, café, coco, árboles frutales y forestales; y 56 kilómetros de vías dañadas.
Al menos la pérdida de vidas humanas fue algo que pudo haberse evitado. Sin embargo, el Gobierno no activó la Defensa Civil en esas poblaciones. Si bien es cierto que fue emitido un parte donde se decretaba la fase de alarma desde Guantánamo hasta Las Tunas, hay que recordar que era imposible para los habitantes estar al tanto de las noticias debido al apagón general que hacía ya tres días afectaba a todo el país.
A pesar de que el Gobierno ha tratado de justificar su inacción, los pobladores de San Antonio del Sur, una de las zonas más afectadas por el paso de Oscar, hicieron varios reclamos a Díaz-Canel y otros dirigentes durante su recorrido por el lugar. En un video, se oye claramente cómo un hombre le espeta:
Nos dejaron solitos allí, 29 niños. Yo tuve que evacuarlos a todos. Por poco no podemos. El Gobierno nos dejó allí evacuados y nos abandonaron. No había nadie para rescatarnos, aquí en la escuela especial. Yo mismo tuve que rescatar a esos niños con hipotermia. Ellos dijeron que iban a dejar un equipo ahí para rescatarnos en caso de que el río se metiera y nos dejaron allí.
La única respuesta que obtuvo esta persona del Presidente fue: “Ustedes se trajeron a la escuela especial precisamente por evacuación. Pero el fenómeno sobrepasó. Vamos a investigar”. Díaz-Canel ni siquiera fue capaz de pedir disculpas ante lo sucedido ni agradecer al hombre por haber salvado la vida de 29 niños, cuyas posibles muertes, al parecer, carecen de importancia para él.
En el mismo material, se observa a una señora, con un hijo, que lo interpela por la falta de alimentos y agua potable, al haber estado varios días sin beber y tener un enfermo encamado, celíaco, a quien no tiene qué darle de comer. Con evidente mal humor, Díaz-Canel le responde que la culpa no es de nadie y que debe esperar a que las brigadas restablezcan los caminos para que llegue la supuesta ayuda alimentaria. O sea, el presidente de Cuba está diciendo públicamente que los habitantes de las zonas afectadas tendrán que esperar, por un tiempo incierto, para poder comer y tomar agua porque la logística preparada por su gobierno es ineficaz ante situaciones como esta. De hecho, los helicópteros militares que transportaron la ayuda gubernamental de alimentos demoraron cinco días en llegar al poblado de Imías.
En adición, los dueños de las más de 11 000 viviendas afectadas tendrán que pagar la mitad del costo de los materiales de construcción y los colchones necesarios para reconstruir sus casas. Personas que lo perdieron todo, pertenecientes por demás a zonas rurales con economía vulnerables y de bajos ingresos, son obligados a hacer un acto de magia para fabricar el dinero con que costear lo que el Estado y el Gobierno cubanos debería garantizarles de manera gratuita. Mucho más aún, teniendo en cuenta que gran parte de la responsabilidad la tienen las autoridades gubernamentales debido a la falta de información y a la inacción de las fuerzas de la Defensa Civil.
No obstante, con el tiempo, la desidia gubernamental ha ido despertando poco a poco la agencia de la sociedad civil cubana; aun cuando el propio Gobierno obstaculice al máximo las iniciativas privadas de ayuda.
Gracias a este paulatino despertar, el dueño del restaurante Ley Seca, sito en la Habana Vieja, subió un video a Instagram durante el apagón general para avisar que su local estaría abierto para regalar, a quienes se acercaran hasta allí, carne y pescado, entre otros productos refrigerados, hasta agotar la despensa. Su objetivo, según declaró, era que la gente pudiera aprovechar toda esa comida, en vez de dejarla echarla a perder.
Asimismo, varias mipymes rebajaron los precios de sus alimentos congelados hasta un 70%, lo cual representó cierta ayuda para las personas que aún tenían combustible con que cocinar. Otros establecimientos similares con acceso a fuentes de generación de corriente, como Kaluch Export & Import, crearon en sus locales zonas de cargas para que la población cercana pudiera cargar las baterías de lámparas y celulares.
En provincia, también se dieron varias iniciativas nacidas desde la propia sociedad civil. Uno de los casos más vistos, por ejemplo, fue el quiosco de Carlos Rubio, en Caibarién (Villa Clara), donde comenzaron a ofrecer ajiaco de manera gratuita para todas las personas necesitadas. Cientos de cubanos agradecieron este gesto.
Entretanto, en las zonas afectadas por el huracán Oscar, las primeras ayudas llegaron de la mano de los propios residentes de esos lugares, quienes efectuaron, a riesgo de sus propias vidas y sin los medios adecuados para ello, las labores de rescate y salvamento.
En Facebook se puede tener acceso a varios videos donde se observa cómo los pobladores rescataban a las personas más vulnerables Uno de estos materiales muestra, por ejemplo, cómo dos jóvenes, tras poner a resguardo a un anciano que traían a nado, vuelven a tirarse a la corriente para seguir salvando gente.
Asimismo, uno de los pobladores en San Antonio del Sur reafirma el desamparo en el que se encontraban los niños evacuados en la escuela especial, teniendo él y otros vecinos que ir a rescatarlos y trasladarlos a un lugar más seguro tras escuchar los gritos provenientes de allí. Según él, fueron ellos mismos quienes tuvieron que ir a la sede local del Gobierno y pedir que le llevaran al menos algo de alimentos a esos 29 niños, entre los cuales había bebés con apenas unos meses de nacidos.
Por otra parte, en las primeras veinticuatro del tránsito del huracán Oscar por el oriente del país comenzaron a organizarse grupos dentro de la sociedad civil cubana, a lo largo de la Isla, en apoyo a los damnificados. Se recogieron donaciones de comida, ropa, dinero y medicamentos, que fueron enviadas a las zonas más afectadas. Algunas personas hicieron publicaciones en sus muros de Facebook en las que ofrecían sus transportes particulares para trasladar las donaciones lo más cerca posible de esos lugares.
Grupos como Aliento de Vida, Con Amor Todos Juntos, Aquí con el Héroe, Huellas, entre otros, fueron medulares en la organización, recogida, traslado y entrega de las ayudas a los damnificados; al igual que activistas locales. Sin embargo, el Gobierno, una vez más trató de limitar las iniciativas de la sociedad civil. Aquí con el Héroe, por ejemplo, informó en sus redes sociales que las autoridades no les permitían transportar las donaciones en el tren desde Sancti Spíritus hasta Guantánamo.
Algunos videos subidos a Facebook muestran lo importante que fue para las personas afectadas la llegada de miembros de la sociedad civil con estas ayudas. En algunos de estos materiales, no solo se escucha a los lugareños agradecer los artículos recibidos; también se oye claramente a algunos habitantes afirmar que, hasta el momento, ese era el único auxilio que habían recibido, pues el Gobierno aún no había llegado hasta allí.
De manera proporcional, ante la creciente desidia gubernamental, junto con la agudización de la crisis en la Isla, la sociedad civil cubana ha ido emergiendo y aprendiendo a tener cada vez más agencia. Sin dudas, este fenómeno resulta evidente desde 2019, cuando artistas, periodistas independientes, emprendimientos privados y actores civiles llegaron espontáneamente a los lugares afectados con donaciones —prohibidas enseguida por agentes de la Seguridad del Estado y la policía—; o para ayudar en las labores de saneamiento y reconstrucción.
De todo esto puede desprenderse la conclusión de que la sociedad civil en Cuba va aprendiendo que tiene recursos y poder suficientes para organizarse y llevar a buen término movilizaciones humanitarias, aun cuando ello signifique oponerse a las decisiones burocráticas gubernamentales. No obstante, su poder es limitado; no solo porque la propia estructura estatal y gubernamental en Cuba no es propicia para su crecimiento, sino porque la infraestructura con la que cuentan es finita y carece de recursos necesarios, en comparación con la cantidad de dinero y toneladas de ayuda humanitaria que envían los países y organismos internacionales a través de los canales oficiales.
Por otra parte, el Gobierno y el Estado de Cuba no pueden seguir desentendiéndose de las responsabilidades y deberes que tienen para con sus ciudadanos. Es su obligación garantizar el bienestar de su población, lo cual incluye el derecho a una seguridad alimentaria, hídrica, energética, claridad en la información que emiten los medios oficiales, acceso a una vivienda; mucho más en casos de desastres naturales. Resulta inhumano que el Gobierno decida vender, a quienes han perdido todo, los miles de toneladas de ayuda que recibe; mientras cientos de personas, de manera gratuita, comparten lo poco que tienen con los damnificados.