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¿Qué comen los estudiantes en Cuba?

07 de abril de 2023

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a alimentación escolar es la porción de alimento nutritivo, 

saludable, inocuo, cultural, social y biológicamente aceptable que los estudiantes reciben puntualmente en los centros educativos durante el tiempo de clases. Entre los alimentos indicados en el Manual de la Alimentación Escolar Saludable de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se encuentran los granos como trigo, arroz, avena o harina de maíz; verduras y frutas variadas; lácteos; proteínas como carnes y aves magras o con poca grasa, y sobre todo pescados, nueces, semillas y frijoles. Por su parte, el entorno alimentario escolar es un espacio importante, que debe estar conformado por infraestructura y condiciones adecuadas dentro y alrededor de las escuelas, donde los alimentos deben estar disponibles.

 

La FAO alerta que los programas de comidas escolares en todo el mundo ofrecen una variedad de beneficios, principalmente un mejor rendimiento estudiantil y la mantención de una salud estable. La organización también destaca que la combinación de salud y educación ofrece a los escolares de países de bajos ingresos la mejor ruta para salir de la pobreza y la desnutrición. Otras áreas de impacto favorable son la agricultura y la protección social.

 

En Cuba, entre las medidas higiénicas impuestas por la pandemia y el creciente desabastecimiento imperante en el país, la alimentación en las instituciones educativas ha empeorado significativamente. Esta situación es similar tanto para los estudiantes residentes en becas universitarias como para los infantes en círculos infantiles y alumnos del nivel primario de enseñanza. Desde mediados del año pasado los comedores estatales en estos espacios no han logrado garantizar la proteína con sistematicidad, mientras que desde hacía tiempo escaseaban los lácteos, las frutas y las verduras frescas.

Hace meses se vienen sucediendo denuncias sobre la precarización del refrigerio escolar en Cuba. La composición de los almuerzos se ha depauperado al punto de que en algunas ocasiones los estudiantes han recibido únicamente carbohidratos. Usuarios en redes muestran menús de escaso valor nutritivo como arroz y tomate, arroz y caldo o pan y frijoles. Numerosas madres cubanas confirman que sus hijos tienen como arroz y chícharo repetidamente en la semana: “En la escuela primaria de mi hijo, en Punta Brava (municipio Playa), dan arroz, chícharos y a veces pan. Nunca proteína”.[1] Otras madres advierten sobre las repercusiones de una inadecuada elaboración, en el sistema digestivo de sus hijos: “Paramos en el pediátrico por una mala digestión. Más nunca probará nada de la escuela”.

 

Esta realidad no parece limitarse a las escuelas primarias, sino que a veces implica a los círculos infantiles también. La madre de una niña de cuatro años se queja en el mismo artículo de Actualidad Cuba que su hija no come nada durante toda una jornada porque recibe de merienda lo que la pequeña describe como “jugo malo”, harina y pan duro.[2] Esta situación se acompaña de otras irregularidades como el desconocimiento de los padres sobre la organización y elaboración de los alimentos, de lo que les es servido a sus hijos y de lo que estos deciden o no comer cuando están en las instituciones educativas.

 

Entre los meses de enero- marzo de 2023, Food Monitor Program entrevistó a estudiantes, madres y tutores sobre la alimentación escolar de sus hijos en cuatro provincias del país (Pinar del Rio, La Habana, Artemisa y Cienfuegos). El estudio arrojó irregularidades como la escasa higiene en los espacios de elaboración, la ausencia de baños y/o agua potable, la entrega de alimentos no inocuos, incluso del consumo, por parte de maestras y auxiliares pedagógicas, de parte de la merienda que los niños traen de sus casas y que han debido “compartir” con el personal de cuido.

 

Indagando sobre la composición de las comidas que realizan los estudiantes de primaria, la madre de un infante de 7 años residentes en Boyeros nos comparte: “La composición del almuerzo de un día promedio es la misma de todos los días. Es de dos cucharadas literalmente de arroz blanco y medio cucharón de chícharo. Eso ocasionalmente se puede acompañar por un pedacito de boniato hervido, una rueda de tomate cuando es época de tomate, algo así. No les dan proteína. Hace unos meses, quizás el año pasado todavía les daban algunos días picadillo, a veces medio huevo, a veces una lasquita de jamonada, pero actualmente lo último que he sabido es que reciben sólo arroz y chícharo.”

 

Esta oferta no parece diferenciarse de instituciones en otros municipios de la capital, la madre de un infante de 9 años residente en San Miguel del Padrón coincide: “En un día promedio sirven arroz, frijol o sopa de arroz, que es agua con tres granos de arroz hervido adentro y un poco de sal, y pan. Ninguno de esos alimentos posee la calidad, ni son bien elaborados, además de que carecen de buen sabor o presentación; aspectos fundamentales cuando hablamos de niños pequeños.”

La composición y calidad de los alimentos puede llegar a consecuencias específicas que intervienen en la salud y el bienestar del menor de edad. Una madre explica: “El no podía comerse la comida del comedor; una de las veces me llamaron porque había vomitado, porque estuvo mucho tiempo en ayunas en la escuela. Incluso ese día le había mandado de la casa el “plato fuerte” y no quiso acompañarlo con el arroz de la escuela porque le dio asco. Y estuvo sin comer y vomitó por la tarde de tanto tiempo así, por problemas gástricos”.

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La familia como garante de la nutrición en la comida escolar

 

En el intento de garantizar la nutrición de sus hijos en educación primara, muchas madres han optado por varias alternativas. Por ejemplo, algunos padres y tutores entrevistados admiten haber suspendido el sistema seminternado de los hijos para que estos almuercen en casa y retornen a la escuela en el horario de la tarde; uno de ellos opina “Creo que la situación es bastante crítica y que los niños que no tienen otra opción que comer lo que les sirvan en la escuela son más vulnerables y están en desventaja, nutritivamente hablando.”

 

Otros padres que deben cumplir un horario laboral estricto no tienen otra opción que mantener el servicio seminternado, pero complementan la nutrición de sus hijos con un “refuerzo”. Así se le llama a una porción de proteína elaborada previamente en casa, que los niños se llevan para acompañar los almuerzos y hacerlos más apetecibles. Una madre residente en Artemisa expone: “(…) lo que recibe de la escuela en ese sentido no es suficiente ni para su alimentación, ni para su satisfacción y mucho menos para su nutrición. Hay muchos niños que llevan refuerzos, un pequeño pozuelo con comida, con alguna carne, algún picadillo, una croqueta, algo para que ellos complementen el almuerzo que les dan, que realmente es muy poco y no se llenan ni se alimentan.” Otra madre secunda el testimonio anterior: “En mi caso envío todos los días el almuerzo envuelto en paños y en un bolsito térmico para que mantenga más o menos el calor. También envío dos panes, refrescos, galleticas y otras chucherías para el resto del día.”

 

En general la percepción recibida es de inconformidad con el estado de la alimentación escolar, al respecto una madre de un infante de 8 años residente en Pinar del Rio explica de dónde proviene la responsabilidad nutricional de su hijo en el horario escolar: “En la escuela nunca se podrá recibir la cantidad necesaria para una dieta saludable. Son muy malos los alimentos y su elaboración. Las alternativas siempre quedan de parte de la familia, no de la institución escolar, y se basan en llevar complementos para las meriendas y almuerzo, para que los niños puedan pasar el día bien.”

 

A esta situación se agrega que en muchas escuelas los padres parecen no tener la información actualizada del menú semanal, ni posibilidad de cuestionar su composición o sugerir cambios en el mismo. El padre de una niña de 12 años residente en Bejucal explica: “Los padres realmente no tenemos voz ni voto para el tema de la alimentación, como otros muchos temas de la escuela. En este caso ni siquiera nos consultan, no nos informan del menú, ni de ningún otro cambio. No existe ninguna retroalimentación por parte de la escuela y a veces es mejor ni cuestionar, para que no tomen “represalias” con el niño por tener padres “incómodos”. De todas estas cosas yo sé solo por los cuentos que me hace mi hija.” Una madre corrobora:  “Este tema se menciona en las reuniones de padres como inquietud de todos, pero no hay soluciones por parte del Consejo Escolar ni de la dirección de la escuela. Ellos dicen concretamente así: “no hay solución”, “no hay nada que hacer”. Queda de parte de la familia si queremos garantizar que nuestros hijos coman.”

En casos extremos registrados por FMP, la falta de información y voto se agrava con irregularidades y la práctica indebida de auxiliares escolares, por ejemplo, de pedir “compartir” a los menores sus meriendas. Una madre explica su experiencia al respecto: “A veces le he llevado una merienda adicional a la auxiliar pedagógica porque mi hijo me dice que tuvo que compartir con ella sus alimentos. Lo he hecho de forma muy diplomática, como un gesto, diciéndole “mira, aquí tienes galleticas también para ti”. No me puedo poner en malas con la persona que tiene a su cargo el cuidado de mi hijo porque puede que no pase nada y ella tome represalias. Pero yo lo he hecho para dejar en claro que sé lo que ella hace”.

 

La disparidad del consumo de los alimentos entre los niños que pueden traer un refuerzo de sus casas y los que no también se nota en la comunicación entre los mismos infantes. Una cocinera de un centro estudiantil ubicado en Habana del Este comentaba para Diario de Cuba: “A veces un niño lleva algo para acompañar el almuerzo, unas chicharritas de plátano o una salchicha, y el resto de los alumnos le pide o lo mira con envidia. Da mucha pena eso”.

 

Aún así, no todas las familias tienen la posibilidad de recibir y alimentar a sus hijos en casa al mediodía, ni de enviarles porciones de proteína extra cada día. Esta última opción es un peso agregado tanto para las familias de menores de edad como de universitarios, que deben asegurar agenciarse de alimentos proteicos en una situación de inflación y desabastecimiento como la que atraviesa el país, para que sus hijos tengan mejor salud y rendimiento académico. Sobre este último grupo, una profesora universitaria nos comenta: “Creo que las cantidades son insuficientes y más tratándose de estudiantes que están sometidos a un ritmo de estudio muy fuerte. Pienso que la calidad de los alimentos y su cocción deben mejorarse. Incluso creo que sería positivo para ello un cambio de tarifa para los trabajadores y alumnos no becados y la inclusión de un pago para los alimentos de los estudiantes becados. La gratuidad de los alimentos provoca que su calidad sea cada vez peor y esta es una situación insostenible por las familias que deben financiar la alimentación de sus hijos becados en un sistema que supuestamente asume estos gastos.”

Acceso al agua potable

 

Una irregularidad repetida en todas las familias entrevistadas fue el limitado acceso a agua potable en las instituciones educativas. La madre de un niño de 7 años residente en Boyeros asegura: “En la escuela de mi hijo el acceso al agua limpia y potable es escaso. Hay una cisterna que se llena con agua que viene de la calle. Pero esa no está recomendada para beber, dicho por los mismos administrativos de la escuela. Al mismo tiempo es el agua que se usa para cocinar los alimentos que elaboran en la escuela. Por las condiciones precarias de la cisterna, yo opto por mandar a mi hijo con dos botellas de agua filtrada, cada día, de 500 ml cada una. Esto le garantiza agua entre las 8:00 de la mañana y las 4:00 de la tarde”.

 

La ausencia de agua corriente se extiende a los procedimientos de higiene antes de consumir un alimento. Una madre explica: “En general lo que se dice agua, no hay agua. No hay un lugar donde los niños se puedan lavar las manos antes de merendar, ni de almorzar, ni en cualquier otro momento que necesiten agua para asearse o para hacer cualquier trabajo. En este sentido también los baños están inhabilitados, no les llega el agua y tampoco cuentan con un lavadero o un lugar donde haya acceso al agua para cualquier uso.”

Estas condiciones han generado episodios de enfermedades intestinales agudas. Una entrevistada residente en Bejucal nos explica que en dos ocasiones se han dado brotes de diarrea en la escuela de su nieta, las familias de la zona suponen que el contagio se da por las aguas que beben en la escuela, pues los vecinos también los padecen. Adjudican estos brotes a las acumulaciones de aguas albañales en las calles cercanas a la escuela, junto a los conductos de agua potable. Una madre residente en la Virgen del Camino comenta un fenómeno similar: “Una vez hubo una fosa reventada dentro de donde se elaboraba la comida y vino hasta una inspección de Salud Pública. Después nos dijeron que habían arreglado el problema. Pero ahí las inspecciones no creo que sean constantes, porque ahí los baños no funcionan. Tú desde que vas caminando por la feria sientes el mal olor de las tuberías que se han reventado por algún lugar y que se están botando las fosas ahí en las inmediaciones de la escuela, eso no tiene otra explicación.”

Cambiar la narrativa triunfalista y reconocer el problema

Cuba es alabada desde hace más de una década por ser “único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil severa”. Aunque los continuos informes Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición tuvieron su última mención al respecto en el 2006, la isla continúa posicionándose como un país con 0% de desnutrición infantil.

 

Según el último reporte anual del PMA para Cuba (2021), los grupos nutricionalmente vulnerables, incluidos niños en edad escolar, habían mejorado su estado nutricional y recibido más dietas diversificadas y nutritivas para ese año. A la vez, el programa admite haber seleccionado varios municipios de la provincia de Villa Clara y Guantánamo para promover el consumo estable de una dieta más diversificada.[3] Para este objetivo, existen cooperaciones entre el PMA y el Ministerio de Educación, así como con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) y otros socios. Entre sus principales objetivos se encuentra fomentar la producción de alimentos de los pequeños agricultores dirigida a escuelas y centros preescolares, instituciones que puedan recibir hortalizas de producción local proporcionadas por cooperativas locales.

 

Más allá de conclusiones triunfalistas y de programas cosméticos, urge revisar los estándares y variables con los que se evalúa la inseguridad alimentaria en el país. Food Monitor Program alerta que no basta con tener alimentos disponibles para saciarse, sino con acceder a aquellos que se necesitan para mantenerse saludable. Aunque el hambre crónica no aparezca en cifras en estos reportes, la ausencia de componentes vitamínicos y minerales necesarios, conocida como “hambre oculta” [4], afecta la capacidad física e intelectual de los estudiantes en diferentes niveles de enseñanza. El estado de la alimentación en las instituciones educativas, tal y como lo hemos descrito, no solamente incide en los niveles nutricionales de jóvenes dentro del desabastecimiento general que sufre el país, sino que afecta directamente la adaptación de los más pequeños a estas instituciones, así como la motivación de los mayores a asistir a la escuela. En general, este problema extendido en el tiempo puede tener consecuencias significativas en la depauperación de la sociedad cubana, a diferentes niveles.

[1] 'Sancocho para puercos': lo que han comido los niños cubanos en las escuelas este año (julio, 2022), en: https://diariodecuba.com/cuba/1658514275_41115.html

[2] Denuncian que esto es lo que comen los niños cubanos en sus escuelas (julio, 2022); en: https://actualidadcuba.com/cuba/lo-que-comen-los-ninos-cubanos-en-las-escuelas/

[3] PMA (2021). Cuba Annual Country Report 2021, en: https://docs.wfp.org/api/documents/WFP-0000137961/download/?_ga=2.156125691.1762527357.1679684915-1372979350.1676823955

[4] ttps://www.fao.org/about/meetings/icn2/news/news-detail/es/c/265244/

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