Pablo no alcanza a adquirir la alimentación específica que le permite llevar su enfermedad de forma estable y evitar complicaciones.
Previendo una vejez precaria
Pablo tiene 81 años. Vive en Artemisa, junto a su hija y su yerno.
¿Puede describir su estado de salud?
Pablo padece de diabetes e hipertensión. Esto implica una deficiencia crónica en la manera de metabolizar el azúcar y una desregulación de la presión arterial de su sistema cardiovascular. La combinación de ambos padecimientos trae consigo un aumento considerable del riego a padecer accidentes cardiovasculares, significando incluso un riesgo para la vida. La forma de enfrentar estos padecimientos y palear sus agresivos efectos sobre la salud es siguiendo una estricta dieta que aporte suficientes, vitaminas y azúcares naturales, evitando los excesos de grasas y azúcares artificiales. ( Frutas, Vegetales, cereales integrales, legumbres, productos lácteos bajos en grasa como leche y quesos, carnes blancas…)
¿Qué periodo de tiempo lleva presentando este estado?
La diabetes y la hipertensión le fueron detectadas hace mas de 10 años.
¿Su estado se ha visto potenciado o agravado por las condiciones de alimentación? ¿Puede describirnos en qué sentido o forma?
En este momento Pablo se alimenta por medio del menú de la “Casa de Abuelos” de Bauta, pero para la cena suele recibir apoyo de su hija que, al menos dos veces por semana cocina especialmente para cuidar su estado de salud.
Ciertamente los alimentos que le brinda la “Casa de Abuelos” no le son suficientes para llevar una nutrición adecuada en su estado de salud y la ayuda que recibe de su hija tampoco alcanza para satisfacer sus necesidades, pero nos comenta que, dentro de la precariedad en que vive logra mantener una estabilidad mínima de su presión arterial y de sus niveles de azúcar en sangre. Lo anterior no implica que tenga un estado de salud ni siquiera cercano a lo optimo, de hecho, generalmente vive al límite de los indicadores mínimos de estabilidad para ambos padecimientos. Pablo nos comenta que tuvo una vida activa y cree que eso le es beneficioso para sobrellevar su falta de alimentación.
¿Necesita alguna alimentación específica por su condición? ¿Cuál? ¿Le son difíciles de adquirir los productos que considera indispensables para su dieta?
Sí. Frutas, Vegetales, cereales integrales, legumbres, productos lácteos bajos en grasa como leche y quesos, carnes blancas.
¿Esta alimentación representa un gasto adicional en sus costos de alimentación? ¿Qué formas o canales alternativos utiliza para “resolverla”?
Pablo no alcanza a adquirir la alimentación específica que le permite llevar su enfermedad de forma estable y evitar complicaciones. Fundamentalmen-
te por causa del desabastecimiento y las malas políticas de gestión de los pocos alimentos que llegan a su municipio. En segundo lugar, su condición de jubilado que no le aporta ingresos suficientes para acceder a los precios del mercado negro, donde único se pueden encontrar muchos de los alimentos que necesita.
Fundamentalmente por causa del desabastecimiento y las malas políticas de gestión de los pocos alimentos que llegan a su municipio.
¿Esta alimentación necesita de ejercicios adicionales en su elaboración que pudiera describir?
No.
¿Qué alimentos normados (de la libreta) recibe para cubrir las necesidades de su condición?
La diabetes está incluida dentro de los padecimientos que requieren una dieta especial, por lo cual los que la padecen reciben productos adicionales en la regulación alimentaria que establece la Libera de Abastecimiento. Estoincluye una dieta de pollo mensual y un kilogramo de leche en polvo
especial a la semana. Pero la actual crisis económica y alimentaria de Cuba ha traído como consecuencia que muchas de las dietas especiales sean afectadas al punto de ser suspendidas en algunos casos. En el caso de Bauta los diabéticos no reciben leche desde octubre del año pasado y el pollo llega solo meses alternos. De esta forma, los productos normados por la Libreta de Abastecimiento no representan ningún tipo de cobertura especia en la alimentación de Pablo.
Pero, la actual crisis económica y alimentaria de Cuba ha traído como consecuencia que muchas de las dietas especiales sean afectadas al punto de ser suspendidas en algunos casos
¿Considera que tiene acceso a lo necesario para cubrir una dieta balanceada según las necesidades de su condición? En su defecto, ¿qué productos considera indispensables para su dieta y le son difíciles de adquirir?
Pablo no se reconoce en un estado crítico, pues sus indicadores de salud siguen marcando el rango de estabilidad, aunque sea con indicadores mínimos, pero por otro lado, reconoce que mantener este estilo de vida rasante al mínimo necesario le ha perjudicado y siente que necesita mejorar su dieta. Esto último le es imposible en sus condiciones económicas por lo que no logra adquirir ninguno de los productos que necesita para estabilizar su dieta.
¿Padece de ansiedad o preocupación por el suministro de alimentos necesarios para su salud?
Estas condiciones de desabastecimiento y encarecimiento del mercado negro afectan a Pablo de forma importantes, pues ve su vida en riesgo constantemente. Hace un año padece de insomnio y esta necesitando atender su hipertensión de manera especial por vías farmacológicas.
¿Ha limitado la calidad o la cantidad de los alimentos en beneficio de otro miembro familiar, a su consideración, más vulnerable?
No.
Pablo es un señor muy conversador, habla rápido y fluido, pareciera que no puede parar. Lo encontramos saliendo de la Casa de Abuelos y al proponerle la entrevista regresó y me invitó al patio de la misma. Aquí pudimos preguntar sobre cómo funciona la institución. Se nota activo y dinámico y aunque tiende a normalizarlo todo, como forma de evitar temas muy críticos, entró dentro de la dinámica de la entrevista y logró darnos una visión crítica de su situación.
Padece de un cuadro clásico dentro de los padecimientos de la tercera edad en Cuba y aunque recibe el apoyo alimentario de su hija, no logra una estabilidad alimentaria y mucho menos alcanzar una dieta acorde a su estado de salud. A lo largo de la conversación Pablo fue desestructurando su discurso sobre su realidad hasta llegar a un punto crítico en que reconoce, y con cierta timidez me comenta, sus insatisfacciones con las condiciones de la Casa de Abuelos y sus carencias alimentarias. Pablo luce saludable, fue deportista y llevo una vida sana mientras pudo, “previendo una vejez precaria”.
En este lugar (cuyo pago le ocupa el 80 % de su retiro) buscan brindar a los abuelos un servicio balanceado de alimentación ciertamente abarcador para mi sorpresa. Los abuelos consumen leche tres veces al día, carne de res al menos dos veces al mes y carne de pollo y huevo al menos una vez por semana. Aquí desayunan, meriendan, almuerzan, meriendan y llevan comida cocinada para cenar en sus casas. A pesar de lo anterior las porciones no logran ser suficiente para influir positivamente en la salud de los ancianos que dependen de estos lugares para su nutrición.
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