Diana contra las aguas contaminadas
Mi nombre es Diana, tengo 36 años y vivo con mi esposo y mis dos niños pequeños de 3 y 6 años, en Vereda Nueva, municipio Caimito, provincia Artemisa. Soy profesora de enseñanza primaria hace 13 años, actualmente imparto la asignatura de Ciencias a 5to grado. Mi salario es de 4700 pesos mensuales. Mi esposo, que es dulcero por cuenta propia, trae a la casa unos 20 mil pesos mensuales. No tenemos parientes en el exterior que nos ayuden económicamente ni nos ahorren gastos enviando ropa, comida o medicamento; los pocos amigos que tenemos afuera, nos ayudan muy esporádicamente y eso no representa nada en nuestra vida cotidiana. De esta forma nuestros ingresos mensuales rondan los 25 mil pesos aproximadamente.
Vereda, es un consejo popular del municipio Caimito, uno de los municipios más alejados de la capital provincial Artemisa. Esto implica una desatención por parte de las autoridades provinciales que ha derivado en un descontrol de las dinámicas productivas y de abastecimiento en el municipio. Es así como Vereda, que es un pequeño y alejado consejo popular del mismo, ha quedado en condiciones aún más complejas en este sentido.
Tengo la suerte de conocer a mucha gente y cuando necesito comprar comida, el plato fuerte digamos, toco las puertas de personas que sé que venden lo que busco. En mi casa se come proteína todas las tardes, pollo, cerdo, picadillo o huevo y no se deja de comer, aunque no nos alcance para más nada. Con los carretilleros y en el mercadito particular de Fulano se pueden encontrar bastantes productos: viandas y hortalizas de temporada (malanga, boniato, plátano, calabaza, yuca, rábano, remolacha, zanahoria), menos papa que la controla directamente el Gobierno para enviarla a las bodegas, legumbres variadas (frijoles negros, colorados, judías, garbanzos de importación), sazones de temporada (ají pimiento o cachucha, cebolla blanca o morada o cebollino, ajo, comino, laurel, sazones completos importados, pastillas para condimentar importadas también, puré de tomate artesanal) y desde hace un tiempo también se puede encontrar arroz criollo. Por esa parte no tengo tanta queja, aunque se extrañan las frutas y vegetales abundantes que se podían encontrar 3 o 4 años atrás.
Por otra parte, el plato fuerte se encuentra solo en el mercado negro, y ahí se me va mucho más de la mitad del dinero, porque si quieres tener una alimentación más o menos adecuada, al menos para no pasar hambre, tienes que soltar bastante dinero. Con dinero se encuentra todo y en las cantidades que quieras, en algún momento en la casa comprábamos mucho más pero ahora todo está demasiado caro y hemos tenido que ajustarnos en cuanto a variedad y cantidad. El pollo de paquetes cuesta más que el cerdo, eso no tiene sentido. El único “exceso” que mantenemos, pase lo que pase, es comprar carne de res y carnero para los niños. Al menos una vez por semana comen carne de res y carnero, además de la leche que también la compramos por la izquierda, “directamente de la teta de la vaca”.
Esto de las compras en la tienda con pesos cubano por medio de la libreta ha complicado mucho las cosas. Yo entiendo que hay poco para vender y mucha gente que quiere acaparar para revender, pero al final son los mismos trabajadores de la tienda los que lo hacen, al final no se soluciona nada y se puede comprar menos, ni con dinero encuentras nada en la red estatal. La libreta de abastecimiento garantiza una cantidad mínima para comenzar el mes, el aceite, el arroz y el azúcar que no se encuentra en ninguna otra parte, algunas buenas noticias en la carnicería que salvan con un pedacito de pollo de vez en cuando y cinco huevos por persona para todo el mes, pero al final hay que morir con los precios de los revendedores o resignarse a no comer.
Por suerte en la casa lo que más nos gusta hacer para las fiestas, cumpleaños o fin de año, es pollo asado al carbón. Antes de que el pollo fuera la única carne asequible para una economía familiar normal, nosotros ya buscábamos el pollo más que cualquier otra carne y eso no ha ayudado a evadir un poco esta crisis del pollo y el picadillo. Y a pesar de que ahora un paquete de 5 libras de muslo de pollo cuesta hasta 2 mil pesos, ahorramos un dinero y montamos nuestro carbón. Ahora comemos menos que antes, pero seguimos asando nuestro pollo para celebrar. Lo que me duele y es por los niños, son las confituras. Yo sé que eso no alimenta pero que Marcos (que tiene 3 años, nació durante el confinamiento), no ha podido comer nunca nada especialmente rico, algo de chocolate o unas galleticas sabrosas … eso me parte el corazón. Nosotros no tenemos dinero para ir a las tiendas MLC y ahora menos, que 1 MLC está a 165 pesos mas o menos. O compramos allí o comemos. De cierta forma nuestra vida y nuestra economía se ha organizado en función de la comida. Hay productos que solo se compran en la tienda MLC, pero yo sé que en La Habana también los venden en las tiendas en pesos cubanos y con bastante frecuencia. Yo tengo una amiga que es revendedora y me deja más barato el aseo, el detergente y varios productos de comida.
Todo esto se ha complicado con el tema del ciclón (paso del huracán Ian por el extremo occidental causando daños menos en Caimito y sus alrededores), que ni siquiera pasó por aquí. En principio estuvimos 5 días sin electricidad y aquí no se cayó ni un clavo de las vías eléctricas. Luego volvimos al ritmo de apagones que teníamos, 4 horas de luz y 5 sin luz. Por suerte todos mis equipos tienen controlador de voltaje y la hermana de mi esposo tiene un frízer que conserva muy bien la temperatura y ahí logramos guardar los alimentos.
Todo esto se ha complicado con el tema del ciclón (paso del huracán Ian por el extremo occidental causando daños menos en Caimito y sus alrededores), que ni siquiera pasó por aquí. En principio estuvimos 5 días sin electricidad y aquí no se cayó ni un clavo de las vías eléctricas. Luego volvimos al ritmo de apagones que teníamos, 4 horas de luz y 5 sin luz. Por suerte todos mis equipos tienen controlador de voltaje y la hermana de mi esposo tiene un frízer que conserva muy bien la temperatura y ahí logramos guardar los alimentos.
El problema más grande que dejó el ciclón, y por supuesto los apagones, es con el agua. Desde que comenzaron los apagones y más intensamente tras el paso del ciclón el agua está llegando con mal olor y mal sabor. Desde entonces hay una ola de diarreas y vómitos a las que las autoridades hacen caso omiso. Nosotros somos muy cuidadosos por los niños y desde que detectamos estas anomalías dejamos de consumirla. Mi esposo, que da varios viajes al pueblo en su bicicleta, trae agua potable desde allá en pomos de 5 litros, con eso cocinamos y bebemos. No podemos desconectarnos del sistema de acueducto por completo, porque una pipa de agua cuesta hasta 3 mil pesos y tampoco tenemos donde almacenar tanta agua. Por eso nos bañamos muy cuidadosamente y hervimos toda el agua con que nos vamos a bañar.
Suponemos que la contaminación proviene de las aguas albañales que corren por varios lugares del pueblo como consecuencia de los sistemas desagüe de aguas negras colapsados o mal construidos. En algunos casos las aguas putrefactas llenas de excrementos corren a lo largo de varias cuadras y en muchos casos coinciden con las tuberías de agua potable. De esta forma al no haber flujo de agua por las tuberías, las aguas negras entran por las conexiones o pequeñas fisuras contaminando las tuberías que van directo a las cocinas de la población. Este es un tema conocido por las autoridades y en varias ocasiones han intentado arreglarlo, pero realmente ha llegado a un punto crítico.